viernes, 18 de mayo de 2012
Boceto de la portada de El Club de los Filósofos Asesinos
Es una tentación a la que no suelo resistirme cuando finalizo cada una de mis novelas. Tantos años de diseño, creatividad y comunicación a las espaldas, me llevan siempre a ser, en primera instancia, el diseñador de las portadas de mis libros. Esos bocetos sirven, después, al departamento gráfico de la editorial a la hora de entender el carácter o atmósfera del texto. Normalmente, basándose en esos apuntes que les proporciono, suelen mejorar la idea, llevándola más allá. Normalmente es así. Aunque no siempre. Recuerdo que mi diseño de Las Puertas del Paraíso, mi segunda obra, resultó mucho más atractivo que la ilustración creada por MR. La imagen que acompaña este texto es mi visión de la cubierta de El Club de los Filósofos Asesinos, realizada a partir de una foto localizada en internet a la que apliqué unos cuantos filtros con Photoshop. Me gusta el aire de interiores, de conspiración pausada que desprende. En esa estancia, abierta a los Jardines de Marte y a la Torre, pasa algo. Algo que invita a leer.
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